Vitamina C
Una de las características del humano, al igual que ciertos primates, murciélagos y cerdos de Guinea, es que en el proceso de la evolución perdimos nuestra capacidad de sintetizar la vitamina C necesaria.
La vitamina C es una molécula pequeña, de una estructura semejante a la Glucosa, y de ahí uno de sus principales problemas de carencia en la actualidad, ya que compiten por los mismos receptores moleculares que la glucosa. Los animales que sí sintetizan su vitamina C, la obtienen a partir de la glucosa en un proceso hepático.
Un relato completo de esta vitamina nos lleva a un viaje por la evolución, así como a la historia reciente de la Humanidad.
Se calcula que un humano primitivo consumía en promedio 8 a 12 gramos por día, muy lejos de los 65 a 90 miligramos recomendados en la CDR. Al igual, en animales de laboratorio y después corroborado en otras especies animales, se comprobó que todo animal sometido a situaciones de estrés aumenta por lo menos 15 veces su producción de vitamina C. De ahí su calificativo de Hormona Anti-Estrés.
Sus propiedades son múltiples e iremos señalándolas una a una.
Es vital en la síntesis de colágeno, que cuando falta de manera importante produce escorbuto, enfermedad rara en la actualidad pero común antes del siglo XVIII. Consistía en sangramiento de las encías, ulceraciones en la piel, debilitamiento general y hemorragias masivas que conllevan la muerte. El escorbuto como tal ya no se ve, pero nuevos trabajos científicos hablan ya de Micro Escorbuto, déficit de vitamina C que produce sangramientos menores en los vasos sanguíneos. Ante esto, el cuerpo reacciona activando las plaquetas sanguíneas para reparar la pared vascular dañada, generando una costra en su interior, donde poco a poco se va depositando el colesterol que al final produce las famosas placas de aterosclerosis que dificultan la irrigación.
En definitiva, la aterosclerosis que se pensaba que era resultado de alteraciones en los niveles de colesterol, al parecer, en su origen está la carencia de vitamina C. Linus Pauling, el gran investigador y fomentador de las dosis altas de vitamina C observó que:
- El 80% de los pacientes con Enfermedad Coronaria, presentan déficit de Vitamina C.
- La suplementación con vitamina C reduce las placas de aterosclerosis.
- El cerdo de Guinea presenta las mismas lesiones vasculares que producen infartos como en el humano.
- Los norteamericanos aumentaron el consumo de vitamina C en un 300%, y la mortalidad por causas cardiacas disminuyó en un 30%. No existe otro hecho documentado en cambios en la dieta de los estadounidenses que expliquen dicho fenómeno.
En 1989, Pauling descubrió que las megadosis de vitamina C impiden el depósito de colesterol en las arterias.
La Glándulas Suprarrenales, el Cerebro y los Glóbulos Blancos, presentan en sus células bombas celulares que se encargan de acumular Vitamina C, manteniendo así reservas de éstas en caso de deficiencia. De ahí que es considerada la vitamina del estrés, ya que como bien se sabe, dichos órganos son fundamentales en los mecanismos del estrés que permiten la constante adaptación del ser humano a su entorno.
