Todas las enfermedades comienzan en el intestino
Cada una de las enfermedades tiene su origen en el intestino, bien sea enfermedades neurodegenerativas, inmunológicas, metabólicas, TDA, TDAH, entre otras. Siempre debemos evaluar el sistema digestivo, incluso si a primera vista pareciera no haber relación alguna.
Cuando uno revisa la historia de estos pacientes con trastornos “psicológicos” o “conductuales”, encontramos que más del 70% tuvo o tiene problemas digestivos severos. Tanto así, que hoy en día se considera que los cólicos intestinales son normales, y eso porque la mayoría de las guaguas lo padecen. Sin embargo ahí está ya uno de los primeros signos de que hay una microbiota intestinal anormal, que hace que se produzcan demasiados gases en el intestino. Los cólicos deberían servirnos como una alerta para que los padres tomen medidas, y desde ahí empezar a corregir hábitos y costumbres que desordenan la flora intestinal, y evitar así traer problemas bastantes serios.
En los niños, jóvenes con TDA, TDAH, Autismo, Dislexia, la sobreproducción de gases que conlleva empachos y flatulencias es muy común. Los periodos de diarrea y estreñimiento son fluctuantes, siendo más complicados los que presentan constipación. Debemos recordar que las diarreas, así como los vómitos, son mecanismos de defensa que posee el organismo para eliminar sustancias que le están produciendo daño.
Conocido ya es el experimento efectuado en la década del 80, donde se tomó un grupo de ratas de laboratorios, y se les inoculó heces de guarén vía rectal. El resultado fue que tres días después se estaban peleando y comiendo entre ellas. De ahí que se empezó a investigar la influencia de la flora bacteriana en el comportamiento animal.
De ahí en más, la investigación ha sido cuantiosa y libros como: “Inteligencia Digestiva” de la Dra. Irina Matveikova, o “Nuestro Segundo Cerebro” de Francisca Joly no son más que dos libros de una bibliografía muy extensa al respecto.
La microbiota intestinal, también llamada flora intestinal, son 100 billones de organismos unicelulares, bacterias, virus parásitos y otros que en simbiosis con nuestro sistema digestivo, nos ayudan a obtener nutrientes y nos protegen contra microorganismos nocivos y patógenos para nuestra salud. Sólo para tener una noción, nuestro organismo en su totalidad está más o menos compuesto por 30 billones de células.
Es decir, en nuestro intestino existen más de 3 microorganismos por cada célula que tenemos, entonces es válido preguntarse quién ordena a quién.
La Dra. Natasha Campbell Mc. Bride, Máster en Neurología y Nutrición, sea tal vez una de las personas que más sabe en el mundo sobre nutrición y alteraciones en comportamiento cerebral. De su autoría es un libro llamado: “El Síndrome del Intestino y la Psicología”, donde muestra la estrecha relación que existe entre el Autismo, el Trastorno de Déficit Atencional (TDA), el Trastorno de Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH), la Dislexia, la Dispraxia, la Depresión y la Esquizofrenia con la alimentación.
En su clínica Cambridge de Nutrición trabaja en estos casos, pero mucho más ampliados a otros ámbitos como enfermedades inmunes y cardiovasculares. Es que cada vez la evidencia científica es más contundente en la importancia de la alimentación y el funcionamiento Psico Neuro Inmuno Endocrinológico (PNIE).
Hipócrates solía decir a sus alumnos:
“Todas las enfermedades comienzan en el intestino”.
“Que tu Alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento”.
Lamentablemente, hasta el día de hoy vemos que en la formación de los médicos el ramo de nutrición no suele durar más de un trimestre. Sin embargo, “razonamiento matemático” y “Bioestadísticas” a cada uno se le dedica un semestre.
A principios del siglo XXI, el autismo era una enfermedad poco común: un caso cada 10.000 niños en EE.UU., por ejemplo. Hoy en día estos índices han aumentado en un 60%, comprometiendo casi un niño sobre 150, siendo ya considerada una verdadera epidemia.
En los países occidentales, los TDA, TDAH son otras epidemias afectando a uno de cada tres niños. Al mismo tiempo, estamos ante una epidemia de Dislexia (trastornos para leer o escribir) y Dispraxia (torpezas físicas notorias en habilidades motoras gruesas y finas). Muchas veces ambos cuadros están interrelacionados.
De más está decir que todos estos trastornos dificultan y complican la vida de los niños y familiares.
Uno de los grandes problemas de nuestro sistema médico es que existe un sinfín de especialidades y subespecialidades que han olvidado ver al paciente como un todo y solemos colocar etiquetas diagnósticas. Observamos un conjunto de síntomas y signos en una persona y lo encasillamos en una caja y le ponemos TDA. Vemos otros síntomas y signos y le ponemos TDAH, a otros Autismo, a otros Dislexia y Dispraxia. Ahora, todos sabemos y hemos observado que como en cualquier enfermedad nadie, ninguna persona calza totalmente en una casilla diagnóstica. Y eso sencillamente porque los signos, síntomas y enfermedades son procesos emergentes que están en continuo cambio buscando algún tipo de adaptación al medio que nos rodea. Y, en general, lo que pasa con el medio médico es que sólo nos enfocamos en lo que se manifiesta y dejamos de lado la base, lo que hay detrás.
Es por eso que para nosotros es tan importante la Historia de Vida; que no es lo mismo que la historia del síntoma. Y es, en gran parte, el problema de la medicina súper especializada, pues no alcanzamos a entender el todo si solamente nos enfocamos en lo puntual del síntoma.
En general, y si uno revisa bien la Historia de cada paciente desde el nacimiento e incluso desde la vida intrauterina vemos que siempre hay un historial de problemas digestivos, diarreas, estreñimiento severo, cólicos, empacho, entre otros. Son comunes también alergias respiratorias, que al final son más de lo mismo, ya que todas las mucosas sean estas respiratorias, digestivas o urinarias tienen el mismo origen embriológico (de hecho, según datos de la OMS, 75 % de los asmas o alergias de vías aéreas superiores ceden suspendiendo la leche de vaca. Al igual que el reflujo del recién nacido en un 90 % cede al suspender la madre la ingesta de leche de vaca).
MICROBIOTA INTESTINAL
Cuando uno habla del tubo digestivo, más allá de su segmentación en estómago, duodeno, intestino delgado o intestino grueso, tenemos que saber quién vive ahí, es decir la microbiota intestinal.
La Microbiota Intestinal es una masa compuesta de bacterias, levaduras, virus, gusanos, organismos unicelulares, y otros aún no del todo catalogados que viven normalmente en nuestro intestino. Puede, según las circunstancias, pesar entre 2 a 3 kilos en su conjunto. Ahí existe una relación simbiótica entre estos microorganismos y nuestro cuerpo. De hecho, existe mayor cantidad de material genético en nuestro intestino que en el resto de nuestro cuerpo.
Es imposible que alcancemos una salud digestiva si no tenemos una microbiota saludable y funcional. Esta microbiota debe estar dominada por aquellos microorganismos considerados fundamentales o benéficos o “probióticos”.
Ya la investigación es abundante sobre las bacterias benéficas, los llamados “Probióticos”. Recién se está investigando sobre las levaduras y aún se tiene muy poca información de los virus benéficos, estos deben ser sumamente importantes ya que se ven daños aún más grandes con el uso de los antivirales, como lo son los antiherpéticos.
Si pudiéramos extender la totalidad del tubo digestivo, este ocuparía aproximadamente la totalidad de una cancha de tenis. Ahí podríamos dimensionar que es una perfecta puerta de entrada para agentes dañinos, tales como microbios, virus, toxinas o metales pesados, si no fuera por la presencia de una capa compacta de microbios que cubren el más mínimo espacio. Estos microbios producen toda una gama de antibióticos, antifúngicos y antivirales que se conozcan, protegiéndonos así de los microbios potencialmente patógenos que día a día bebemos, comemos y respiramos.
Aún más, esta microbiota nos protege contra sustancias cancerígenas y tóxicas neutralizándolas para que no circulen en nuestro cuerpo. Las heces a diario aproximadamente están compuestas de 90 % de estos microbios que arrastran sustancias tóxicas, de ahí una de las razones de tener el hábito de una vez por día defecar.
A propósito de esto, se hizo un estudio en unos animales de laboratorio y se los dividió en dos grupos. Un grupo fue tratado con antibióticos, con la idea de barrer la flora intestinal, y el otro grupo sirvió de control. Luego a ambos grupos se les dio comida y agua con gran cantidad de mercurio orgánico, altamente tóxico. El grupo control, cuya flora intestinal estaba fuerte y saludable, apenas el 1% del mercurio pudo atravesar el intestino de dichos animalitos. En los animales tratados con antibióticos alrededor del 95 % del mercurio atravesó el intestino.
Como vemos, la flora intestinal es la primera y más importante barrera para lidiar contra todos los agentes tóxicos que día a día nos vemos enfrentados ya que vivimos en un mundo altamente contaminado, comida, agua y aire presentan más toxinas que nunca.
La microbiota, no solamente es una barrera de defensa y desintoxicación, sino también un elemento clave a la hora de digerir y absorber los nutrientes presentes en los diferentes alimentos que ingerimos. Producen enzimas útiles en la digestión, descomponen proteínas, hidratos de carbono, grasas, fibras y liberan minerales, vitaminas, aminoácidos y otros nutrientes. Y se asegura que dichas sustancias sean transportadas a través de la pared intestinal.
Una microbiota saludable produce, además, un grupo específico de sustancias llamadas Ácidos Húmicos. Estos ácidos tienen la habilidad de unirse a minerales inorgánicos y hacerlos disponibles para el cuerpo.
Como si fuera poco, la microbiota participa en la síntesis de una amplia gama de nutrientes esenciales, como en la creación de las vitaminas del grupo B y K2, por ejemplo.
LA IMPORTANCIA DE LA MICROBIOTA Y EL SISTEMA INMUNE
Cada vez está más clara la íntima interconexión entre el sistema inmune y la microbiota. Tanto es así, que casi el 85% de nuestro sistema inmune se encuentra en la pared intestinal.
A grandes rasgos el sistema inmune debe mantener un equilibrio entre la llamada inmunidad Th1 y la Th2. La Th1 es la primera barrera que se enfrenta a todo nuestro ambiente, y por ende se encuentran en todas las partes del cuerpo expuestas a éste. Piel, ojos, lágrima, saliva, secreciones mucosas, sistema digestivo y órganos sexuales. Ahora si la microbiota intestinal no es la adecuada, Th1 no puede funcionar adecuadamente y ahí Th2 trata de compensar poniéndose hiperreactiva. Th2 es responsable de las reacciones de tipo alérgico. Eso en el mundo médico se ve cada vez más, porque vemos que la gente va desarrollando alergias que antes no tenía: reaccionan al polvo, a los pelos de perros, gatos, distintas comidas. Así frecuentemente se ven personas que no presentaban alergias que de pronto empiezan a tenerlas, todo debido a alteraciones de la microbiota. El eje de todas las alergias y las condiciones autoinmunes es la microbiota intestinal.
En una microbiota normal, se encuentran alrededor de 500 especies (hongos, bacterias, parásitos) distintas de causantes directos de enfermedad. Siempre y cuando la microbiota benéfica se mantenga, estos patógenos no pueden proliferar a nivel de ser peligrosos para la salud. Ahora si barremos con la flora intestinal benéfica, que es extremadamente sensible a antibióticos, anticonceptivos, antiinflamatorios, y a casi todos los medicamentos modernos rompemos ese equilibrio, creando una Disbiosis intestinal.
Sin embargo, no sólo los medicamentos producen Disbiosis; también lo hace la comida híper procesada, la comida chatarra, los periodos prolongados de estrés, las infecciones, las diarreas constantes, la salmonella, la tifoidea, las radiaciones electromagnéticas alteran esta flora intestinal. De ahí la importancia de tomar probióticos para recuperar la flora intestinal beneficiosa.
En esta época de estrés prolongado, por ejemplo, estamos con una sobrecarga permanente de cortisol. El cortisol aumenta la acidez estomacal que a su vez destruye la flora intestinal saludable. Como vemos la Flora Intestinal es muy sensible al menor cambio de nuestro entorno.
DISBIOSIS INTESTINAL, CUANDO LOS MICROBIOS DEL INTESTINO SE HACEN MALOS
Con la alteración de la flora intestinal, la Disbiosis, los patógenos de mayor presencia son las Cándidas. Las Cándidas son una gran familia de más o menos 200 especies distintas de levaduras que normalmente conviven con nosotros, si la flora intestinal es la adecuada, estas levaduras se quedan en un estado unicelular y no causan daño. Si la flora está alterada estas cándidas pasan a un estado secundario formando fibras largas que son inclusive visibles en endoscopias y colonoscopias y que orgánicamente son devastadoras para el organismo.
¿Por qué?, las levaduras (cándidas) producen alcohol, por ende, les gusta alimentarse de hidratos de carbono y glucosa, hacen lo que ellas saben hacer. Por ejemplo, ante un pedazo de pan inician la fermentación alcohólica. Esto puede empezar desde nuestra etapa de guagua o niño, teniendo consecuencias devastadoras en el desarrollo.
Otro que deja devastadoras consecuencias con alteraciones de la microbiota y que se ve frecuentemente en pacientes con TDA, TDAH, Autismo, Dislexia, son la especie Clostridia, los más comunes son el Clostridium Tetani (causante del tétanos) y el Clostridium Difficile.
Ellos producen unas esporas, imposibles casi de erradicar ya que sobreviven al ser congeladas, hervidas o pasteurizadas. Estas bacterias, cuando se activan, producen unas neurotóxicas de gran impacto para nuestro sistema nervioso. Las personas saludables conviven a diario con los Clostridium y no significan problema siempre y cuando la flora intestinal sea la adecuada.
Otras bacterias dañinas cuando proliferan son las bacterias Sulfato-Reductasa. Ellas disfrutan comiendo Sulfuro, un mineral presente en todo nuestro cuerpo. El sulfuro es esencial en miles y miles de reacciones químicas que se llevan a cabo en el cuerpo, de la cual de lejos la más importante es la Desintoxicación. La Fase 2 de la detoxificación hepática es el sulfuro dependiente. Cuando dichas bacterias proliferan, consumen todo el sulfuro que necesita nuestro organismo, produciendo aumento de toxinas que el hígado se ve imposibilitado de neutralizar.
En los niños con autismo es usual que existan deficiencias severas de sulfuro, no sólo por causa de estas Bacterias Sulfato-Reductasa, sino también porque el organismo necesita aún más cantidad para lidiar con todas las toxinas. Eso produce que normalmente los neurotransmisores que producimos a diario después de su vida útil deben ser degradados por el hígado, como no está el material necesario estos neurotransmisores son degradados parcialmente por el hígado y siguen circulando en sangre pudiendo nuevamente ir activando zonas cerebrales, generando muchos síntomas neurológicos y “mentales”.
¿Y EN EL CEREBRO QUÉ?
Cuando existe una Disbiosis el intestino pasa de ser una fuente de nutrientes a una fuente de toxicidad. En los niños en procesos de aprendizaje, estas toxinas se unen a estructuras cerebrales específicas, y dependiendo de las áreas más sensibles del cerebro de cada uno, van produciendo diferentes tipos de trastornos.
El cerebro de las guaguas que a futuro desarrollarán algún trastorno del aprendizaje son normales, al igual que sus órganos sensoriales como ojos, orejas o piel. Ahora, si ese cerebro está congestionado de toxicidad, toda la información sensorial puede ser mal procesada y se transforma en “ruido”, “interferencia” neuronal. De hecho, los individuos autistas altamente funcionales indican que son capaces de oír ciertas frecuencias y otras no. Así la información entrante al cerebro en algunos casos puede ser dolorosa, placentera, estimulante o molesta.
Estos desarreglos suelen ocurrir desde el segundo año del desarrollo, cuando las guaguas dejan de lactar. En el segundo año es cuando se desarrollan las funciones vitales de comunicación, lenguaje y sociabilidad, al igual que las habilidades motoras gruesas y finas. Los niños con trastornos del aprendizaje desarrollan alguna de estas habilidades de manera anormal. Al ver cómo la toxicidad afecta la percepción y el procesamiento de la información recibida por el cerebro, uno empieza a comprender por qué es perfectamente lógico que estos niños se comporten como lo hacen.
AL NACER, LA HERENCIA TÓXICA
En la vida intrauterina, la guagua tiene un cuerpo y un sistema digestivo estéril. En el momento del parto y a medida que se atraviesa el canal del parto, la guagua traga lo que se convertirá en su flora intestinal. En cesáreas, sucede algo similar, ya que el bebe ingiere con sus primeras inspiraciones de aires los microorganismos presentes en el aire y la piel de la madre.
Ahora, ¿qué vive en la vagina materna? Previo a la era de los anticonceptivos, antibióticos y antiinflamatorios, la gran mayoría de las mujeres tenían una flora vaginal saludable que traspasaba a sus niños. Después de décadas de uso de antibióticos, antiinflamatorios y particularmente los anticonceptivos que tienen efectos devastadores sobre la microbiota, lo que sea que viva en el intestino de la madre será lo que habite su vagina, y es eso que se traspasa al momento del parto.
Casi el 100% de las madres con niños con trastornos de aprendizaje (TDA, TDAH, Autismo) tienen microbiota anormal, y la traspasan a su hijo estando estos en desventaja desde el inicio de sus vidas.
Las madres con Disbiosis intestinal, traspasan una microbiota disfuncional a su recién nacido y como resultado la guagua desde un inicio no desarrolla una flora intestinal adecuada, eso pone enseguida en peligro al sistema inmune del recién nacido ya que como vimos el buen equilibrio de la inmunidad depende de una microbiota saludable (para el equilibrio inmunidad Th1 y Th2) . Eso es lo que está creando la gran cantidad de cólicos, eczemas, asma, rinitis, alergias, flujos vaginales en niñas y otros por un desarrollo inadecuado de la inmunidad de tipo Th1. A raíz de este defecto, las mucosas empiezan una secreción exagerada de moco, trayendo como consecuencia otitis media, y otras enfermedades de vías respiratorias. Tal es el problema, que en el mundo occidental el 80 % de las visitas al médico de familia es por otitis e infección de vías aéreas en niños. Y ante esa situación, lo común es recetar antibióticos que terminan por barrer lo poco de flora intestinal adecuada que posee el niño. Al igual que es común recetar a la par antihistamínicos de segunda generación, como la Loratadina o Desloratadina, que si bien ya no generan sueño como los de primera generación, se encontró que dichos medicamentos son captados por áreas relacionadas con la memoria reciente, manifestándose como un déficit atencional. O sea, niños mal diagnosticados y sobre medicamentados.
Gran parte de los niños con Trastornos del aprendizaje en su historial existen antecedentes de otitis media e infecciones de vías aéreas recurrentes.
En general, y si uno revisa bien la Historia de cada paciente desde el nacimiento e incluso desde la vida intrauterina vemos que siempre hay un historial de problemas digestivos, diarreas, estreñimiento severo, cólicos o empacho. Son comunes también alergias respiratorias, que al final son más de lo mismo, ya que todas las mucosas, ya sean respiratorias, digestivas o urinarias, tienen el mismo origen embriológico. Al igual que el reflujo del recién nacido, en un 90% cede al suspender la madre la ingesta de leche de vaca.
¿LA CULPA DE LAS VACUNAS?
Las vacunas se unen al problema y aparecen como las sospechosas de siempre. Existe la teoría de que las vacunas causan autismo, pero no es así. Las vacunas de siempre han sido desarrolladas para personas con sistemas inmunes saludables, y como hemos visto tenemos una población de niños cada vez más con un sistema inmune alterado producto de una disfunción de la Flora Intestinal, lo que provoca que el sistema inmune ante tanto estímulo termine colapsando. Por eso, para algunos niños, las vacunas son la gota que rebalsa el vaso. Es interesante ver, aún en los niños de padres que han decidido no vacunarlos, cómo han aumentado los casos de autismo.
El gran problema es luego del destete, ahí empieza una dieta basada en trigo y fórmulas lácteas procesadas, pasteurizadas y en polvo. Estos alimentos producen una sobrepoblación de microbios en el intestino, y así el niño contrae Disbiosis intestinal, transformando al intestino en una gran fuente de toxicidad que ingresa al organismo y se van depositando en diferentes órganos, es así como empiezan los trastornos del aprendizaje.
¿REALMENTE JUSTO ANTES DEL PARTO EL BEBE ES ESTERIL?
Hasta hace poco se pensaba que la placenta protege al feto de las cargas tóxicas de la madre, y no es así. En realidad, gran parte de los metales tóxicos, presentes a estas alturas en todo lo que consumimos, son capaces de traspasar la placenta y generan ya antes del nacimiento una carga tóxica.
Y es así, entre esta carga tóxica pre y post parto, al igual que el bagaje genético y factores medio ambientales diferentes niños manifiestan diversos síntomas que serán catalogados de Autismo, TDA, TDAH, Dislexia, Dispraxia, Trastornos Obsesivos, Bipolaridad, Depresión Endógena y un largo etcétera.
¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
En verdad conocer el proceso es interesante y educativo. Estamos en una era de cambios de paradigma donde el desastre que nosotros mismos hemos producido ya es parte de nuestra herencia.
Los trastornos del aprendizaje son curables en su gran mayoría. Y hay que verlos como un síntoma y un símbolo de nuestros tiempos, un desastre pandémico de un mundo altamente tóxico. Con comidas procesadas, con una cantidad de ondas electromagnéticas que hace 100 años eran desconocidas, con un sistema educativo basado en la productividad y no en el desarrollo de empatías socio ambientales, de un mundo de la salud basado en la industria farmacéutica con uso indiscriminado de antibióticos, antiinflamatorios, ansiolíticos, etc. En definitiva, estos niños son un aprendizaje para saber conjugar desarrollo tecnológico industrial con un respeto al mundo ecológico. Debemos empezar a pensar desde la Bio-Lógica y no la Lógica matemática.
Los invitamos a leer lo que ya hemos publicado en cuanto a Electro Sensibilidad, a Neblina Mental y Estrés, que también obviamente influyen en procesos de aprendizaje. En lo que atañe a la microbiota intestinal, las claves son las siguientes:
- 1º Miremos siempre el sistema digestivo y veremos como casi el 90 % del tratamiento es una dieta adecuada. Los probióticos deben ser nuestros compañeros de viaje.
- 2º Utilizar los alimentos fermentados ya que son una fuente excelente de probióticos y biodisponibilidad de los nutrientes presentes en los alimentos. Desde que surgió la refrigeración dejamos la fermentación que es vital para nuestro cuerpo. Los alimentos fermentados y pasteurizados pierden sus propiedades.
- 3º La desintoxicación es parte del engranaje, y para eso la Homotoxicología es esencial.
Estos cambios deben ser acompañados por profesionales que entiendan los mecanismos que llevan a estos trastornos y que sepan dar las pautas de manera progresiva y siempre en sintonía con el paciente, ya que si uno actúa de manera desordenada y no pautada, los resultados pueden ser desastrosos y esto sencillamente por que a veces la Disbiosis y carga tóxica es tal que si uno la cambia bruscamente, toda esta flora anormal larga de una vez todas sus toxinas como cualquier organismo en descomposición llegando a niveles agresivos que son las mismas que mantienen a los niños en el trastorno.