Terapia neural – parte de un análisis diagnóstico + historia de vida
Cuando llega un paciente a la consulta la función de nosotros como médico neural es descubrir en qué zonas del organismo existen alteraciones del sistema nervioso vegetativo. Esta es una red de interconexión de todas y cada uno de los órganos que componen nuestro cuerpo. A través de él fluye toda la información que diferentes sensores le envían al cerebro y que éste procesa y manda respuesta adaptativa al resto del organismo.
Para analizar cualquier alteración, nuestra mirada debe ser sistémica e integral. Es fundamental ver al paciente en su conjunto y tomando en consideración múltiples factores de su vida. No vemos un órgano que está enfermo, sino más bien el conjunto, el que desarrolla un síntoma o enfermedad.
Por ende, siempre nos interesa la Historia de Vida del Paciente que debe ser exhaustiva. Nos importa el desde, por qué y para qué. Para nosotros son claves ciertos datos concretos en la vida del paciente: cirugías en el cuerpo, boca y dientes. Por ejemplo, detrás de cada diente hay un terminal nervioso, y si bien es un área que trabaja el dentista, para nosotros es de suma importancia saber las intervenciones que ha habido por ejemplo en su boca. Son importantes las cesáreas, las prótesis o placas de metal que en más de una ocasión hay que utilizar para reparar un hueso fracturado. Toda cirugía implica daño a nervios que con el tiempo pueden transformarse en cualquier síntoma. No existe una linealidad de tiempo, ni de lugar físico. Por ejemplo, una muela de juicio que no ha podido salir por falta de espacio y se enquista, perfectamente puede causar una artritis en cualquier articulación, o ser responsable de quistes en tiroides, ovarios, etcétera.
Luego de la Historia de Vida, viene algo muy antiguo desde los orígenes de la medicina: IPPA, Inspección; Palpación; Percusión y Auscultación. Métodos muy sencillos, hoy dejados de lado en detrimento de las nuevas tecnologías más sofisticadas. Sin quitarle el valor a éstas en su importancia diagnóstica, por muy sofisticado que sea el equipo, no es capaz de detectar la sensibilidad a zonas frías o calientes, zonas de adherencias en la piel y vísceras. La Palabra, la vista y la mano seguirán siendo por lejos el mejor método diagnóstico.
Cada persona es una singularidad, irrepetible y única. Detrás de cada síntoma o enfermedad existen experiencias vividas, estilos de alimentación, patrones familiares, genéticos, entre otros factores.
Metafóricamente somos como un vaso que a lo largo de la vida se va llenando de agua. Poco a poco van entrando las historias familiares, los traumas, las experiencias en la infancia, adolescencia, adultez, los cuadros infecciosos, cirugías, contaminación, alimentación, y en alguna ocasión de esta historia de vida hay una gota que puede ser muy insignificante pero que rebalsa el vaso y es lo que llamamos la enfermedad. Puede ser algo tan anecdótico como un resfriado, pero es la sumatoria de cosas que hacen que en un momento dado colapse el sistema, y este tenga que hacer un síntoma o enfermedad como salida a un conflicto mayor.
Entonces, la terapia neural es parte importante de este contexto diagnóstico, y de nuestra propuesta de salud. No se trata de un simple pinchazo, sino más bien es una filosofía que ve al ser humano en toda su integridad y en sus diferentes interacciones con el mundo que lo rodea. La terapia neural permite que las alternaciones e irritaciones que eventualmente tenga nuestro organismo se auto regulen.
Una vez que hacemos un diagnóstico e iniciamos un tratamiento, utilizamos un anestésico local (Procaína al 1% – Descubierta hace más de un siglo en 1905, y ha demostrado en este tiempo los nulos efectos adversos). Los anestésicos locales tienen una carga eléctrica que es la que provoca el efecto anestésico, pero es a su vez la que le confiere su gran poder eléctrico. Se utilizan micro dosis a muy baja concentración (1%), porque permite repolarizar el tejido dañado. Por analogía con una pila, hablamos que cuando existen estas zonas de interferencia, el tejido a causa del daño, estrés continuo, queda despolarizada y es incapaz de volver a recargarse para así seguir transmitiendo la información correcta.
Como los pacientes sienten alivio inmediato, es fácil hacer la analogía “llegue con dolor, ahora ya no está: me aplicaron un anestésico. Sin embargo, esto es efecto del “reseteo” que estos cambios eléctricos producen.
Es una terapia que permite reencontrarse con la coherencia interna, propia a cada uno. Es empezar a recorrer el laberinto que hoy en día se me manifiesta como enfermedad y darle la posibilidad a ese organismo de volver a encontrar su camino, que contrariamente a lo que nos enseñaron, no está predeterminado. Somos seres emergentes, en constante cambio.
La terapia neural es la evidencia de que otra salud es posible.