La historia de vida y enfermedad
Cada vez que nos enfrentamos a nuestros pacientes nos preocupamos de conocer su historia de vida. Lo decimos siempre, nuestra mirada la salud apunta a entender un sinnúmero de variables que afectan a la persona y que dicen relación con una historia familiar y social que han hecho de ese individuo un ser singular en relación a una determinada dolencia o enfermedad.
Como siempre hemos hablado, la enfermedad es multifactorial. Son diferentes factores que hay detrás de cada síntoma o enfermedad. Influye las experiencias vividas, la alimentación, patrones familiares, genéticos etc.
Somos a semejanza y metafóricamente como un vaso que a lo largo de la vida se va llenando de agua, que poco a poco va entrando las historias familiares, los dolores, las experiencias en la infancia, adolescencia, adultez, los cuadros infecciosos, cirugías, contaminación, alimentación, y en alguna ocasión de esta historia de vida, hay una gota que puede ser muy insignificante pero que rebalsa el vaso y es lo que llamamos la enfermedad. Puede ser algo tan anecdótico como un resfriado. Pero es la sumatoria de cosas que hacen que en un momento dado colapse el sistema, y este tenga que hacer un síntoma o enfermedad como salida a un conflicto mayor.
Cada uno somos producto de patrones religiosos, culturales y familiares que nos predisponen a ciertas enfermedades o síntomas. Esto por que muchas veces por lealtades mal entendidas vamos modificando nuestra coherencia, ya que al no hacerlo tenemos la creencia que estamos traicionando a estos patrones aprendidos llamados “lo normal”, esto genera culpa, silencio, ansiedad, depresión.

El problema es que esto no son sólo manifestaciones psicológicas. Debemos recordar que cada uno de los que pisa esta tierra es producto de un óvulo que se junta con un espermatozoide, y de ahí nace una célula totipotencial que da origen al todo. Es decir, que existe una memoria celular que además es transgeneracional.
Cuando una mujer nace, dentro de sus ovarios ya vienen todos los folículos que luego le serán útiles durante su vida fértil. Eso quiere decir que desde el punto de vista biológico nuestra vida no empieza desde el día de la concepción. En verdad venimos existiendo desde el tiempo de nuestras abuelas. Son 3 generaciones para atrás de memoria celular, y por eso cada uno juega roles en alianza con patrones aprendidos, no permitiendo vivir nuestras propias vidas. Son ataduras inconscientes que necesitan salir a luz para poder resetearlas, existe una necesidad de reparar, sanar, perdonar y evolucionar. Y lo más lindo de esto, no es sólo el bienestar que siente el paciente, sino que además se libera automáticamente nuestras descendencias, hijos, nietos etc. La sanación es transgeneracional, y en esto juega mucho la epigenética, cómo estos patrones conductuales pueden despertar ciertos genes y es necesario tomar conciencia de ellos para poder desde ahí impedir que ese gen se manifieste. A diario escuchamos decir “no, que mi madre era diabética, así que obvio tengo diabetes”; o “mi abuela sufría de artrosis, así que no me extrañaría que tenga lo mismo”. Los ejemplos son múltiples, Carl Jung llamaba a estas conexiones “lealtades invisibles”.
Por eso, la Historia de Vida es mucho más amplia que la simple Historia Clínica. El síntoma o enfermedad nos lleva a descifrar la historia del cómo y para qué llegamos hasta el aquí y ahora. Por eso, en nuestra consulta, además de agujas hay muchos pañuelos. Muchos ya saben que algo se suelta y mucha gente te dice “estoy llorando, pero no sé por qué”. Eso es sanar.
Es imposible separar lo físico de lo emocional. No podemos separar los dientes del cuerpo. Es por eso por lo que nuestra mirada es multisistémica. En 1991 fue acuñado el término de Psico-Neuro-Endocrino-Inmunología que refleja muy bien esto que cualquier alteración sea física o psicológica, termina afectando el Todo.