Enfermedades y salud más allá de la pandemia

En este inicio del 2021 queremos desearles un feliz año y que este nuevo giro al sol de nuestro planeta allane su camino hacia su luna. Estamos entrando en la era de Acuario, que es la era del reencuentro en espacios sociales y productivos respetuosos de la Diversidad y el Medio Ambiente, acompañado de la deificación de la ciencia, la tecnología y el mundo de lo virtual. En la medida que seamos capaces de combinar estos diferentes aspectos es como iremos creando un mundo mejor, más integrativo y recuperando símbolos de lo humano.

En el contexto de lo que hemos vivido a nivel mundial y continuando con nuestro propósito de educar y transmitir información relacionada a la salud y todos los elementos que inciden en nuestro estado físico, mental y espiritual, es que queremos compartir con ustedes un resumen y reflexiones a partir de las temáticas científicas más relevantes abordadas durante el 2020.

Estuvimos profundizando en algunos temas en una plataforma de distribución de comunicados de noticias científicas sin fines de lucro, desarrollada por la Asociación Estadounidense para el Avance Científico (www.eurekalert.org), donde hace unos días publicaron cuáles habían sido los 10 artículos más revisados y compartidos por la comunidad científica a lo largo del último año.

Podríamos suponer que el tema fue 100% COVID, sin embargo, la gran sorpresa fue darnos cuenta que no es así. Muchos de los temas que se han compartido tienen que ver con degeneraciones neurológicas, envejecimiento precoz del sistema nervioso y más que el diagnóstico en sí, cómo hacemos para llegar a evitarlas. Es reconfortante darse cuenta que de estos 10 artículos, 6 tratan temas que nosotros mismos, a lo largo del tormentoso 2020 hemos desarrollado.

Es evidente que estas temáticas responden al fenómeno que venimos presenciando a nivel mundial y que se ha denominado Sindemia, esto es la mezcla de crisis climática, medioambiental, socioeconómica y sanitaria, que como humanidad debemos ir solucionando.

El tema redundante del 2020 para prensa y en nuestra conversación del día a día, fue el COVID. Es un tema que seguirá dando que hablar, ya que es signo de cambios de paradigmas. Sin embargo, lo que más está preocupando a mediano plazo es el envejecimiento general de la población, y eso trae consecuencias que tenemos que empezar a trabajar. Existe la manera de mantener una biología sana para envejecer armónicamente sin los grandes sustos que significan las enfermedades degenerativas y neurodegenerativas.

El primer estudio más revisado fue el de las alteraciones del aceite de soja, ya que está comprobado que provoca afecciones neurológicas, tales como el autismo y la enfermedad de Alzheimer. Tema totalmente compartido con cada uno de nuestros pacientes que nos consultan y que les informamos no consumir productos en base a soja. Ésta, como lo repetimos a diario, generalmente es de origen transgénico.

Lamentablemente todavía no se han estudiado las consecuencias concretas que traerán este tipo de productos nacidos de la ingeniería genética. Debemos suponer que nada bueno, ya que mezclar genética vegetal con genética bacteriana, u de otra especie, da como resultado una especie de Frankenstein que evidentemente nuestra genética no sabrá cómo procesarla. No olvidemos que los alimentos son una genética que se enfrenta a la nuestra y su procesamiento depende de las diferentes funciones biológicas que se desenvuelven adecuadamente en el organismo.

De ahí, que las famosas alergias alimenticias sean cada día más frecuentes. Nuestra genética ha variado en apenas un 0,2 % y, sin embargo, en los últimos 50 años hemos modificado a tal nivel la genética vegetal que nuestro sistema inmunitario tiene tendencia a rechazarlo.

Aún así, el aceite de soja es lejos el aceite más consumido en países como EE.UU., y varios de Latinoamérica. Por eso siempre recomendamos para ensaladas el aceite de oliva prensado en frío, y cuando se necesita un aceite para freír, éste debe ser 100% de maravilla. Insistimos que es bueno leer bien las etiquetas de lo que estamos consumiendo.

Otros 2 artículos de estos 10 más citados en el 2020 mencionan la incidencia que tiene la baja diversidad de flora intestinal en el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer.

En los pocos pueblos nómades que aún persisten en la Tierra, algunos en África, Australia y en el Ártico, se ha demostrado que la flora de esos pueblos originarios varía según la época del año. Es decir, va cambiando con respecto a los productos estacionales consumidos.  Al contrario, los humanos ya instalados en rutinas cotidianas de la vida moderna, se caracterizan por una flora pobre debido al sobreconsumo de productos procesados, a la poca diversidad en la alimentación y mezclado eso a la exposición de productos químicos como los antibióticos que en general arrasan también con la flora intestinal adecuada. Esto favorece la expresión de una flora putrefacta, generadora frecuentemente de enfermedades como síndromes de intestino permeable, o una inflamación mínima persistente.

Por otro lado, 3 artículos de los 10 nos hablan de COVID-19 y es interesante, pues no se habla de la genética del virus, ni de vacunas, sino más bien a cómo el ejercicio diario puede proteger contra las complicaciones mortales del virus. Así como otro publicado por la Universidad de Oregon que hace referencia a los suplementos como un arma importante para prevenir el COVID-19, y se refieren a 4 nutrientes en específico: la Vitamina C, la Vitamina D, el Zinc y el Omega 3.

Basta con leer lo que hemos publicado a lo largo del 2020 en nuestra página web o redes sociales para ver cómo hemos venido insistiendo en el tema. Es importante esta toma de conciencia, ya que somos lo que es nuestra alimentación.

Hay varios aspectos que han ido surgiendo paulatinamente en diferentes latitudes del planeta para darse cuenta que si bien las vacunas podrán ayudar en algunos casos, estas no impedirán que nuevas cepas o nuevos virus aparezcan, ya que la humanidad ha alterado tanto el ecosistema que es imposible que microorganismos, desconocidos para nosotros, vayan dando el paso de animales salvajes al humano, o como también se ha visto, nuevos microorganismos vayan surgiendo a raíz del calentamiento climático y el descongelamiento de los polos y glaciares.

El otro artículo que nos habla del COVID es de una universidad australiana, y que nos demuestra la efectividad de ciertos productos químicos en la destrucción del virus en lapsos de 24 a 48 horas, productos ampliamente distribuidos en el mundo y aprobados por la FDA. Aún más, estos mismos productos son efectivos en otros cuadros como el Zika y el Dengue; obviamente siempre bajo supervisión médica.

Es como para reflexionar cuánto hay de negocio en esta verdadera infodemia que estamos sometidos en que la única salida posible a lo que estamos viviendo es la vacuna y las nuevas restricciones a nuestras libertades fundamentales. Es difícil entender cómo se permiten viajes internacionales con aviones llenos con 300 o más personas con viajes de 5, 8, 13 horas y no nos permitan ir a una plaza pública o a disfrutar de una película. Se nos habla de la importancia de la Vitamina D pero no podemos salir a tomar sol. Recordemos por ejemplo que la vitamina D que usa el organismo 80 % viene del sol y tan sólo 20 % por alimentación.

En definitiva, no existe mejor salud que la prevención, y es independientemente de lo sucedido en 2020, a lo que siempre nos hemos dedicado en la clínica.

Ahora se nos vienen nuevos desafíos y, más allá de seguir con nuestra misión y visión de la medicina que practicamos, tenemos que empezar a lidiar con el gran problema por ahora poco estudiado de las secuelas de esta pandemia: la Salud Mental (leer Neblina Mental). Y eso ya lo estamos trabajando, ya que nuestro planteamiento ha sido siempre el mismo (cuerpo, mente y alma son uno solo), lo que hemos visto este año de agotamiento mental lo hemos podido trabajar en conjunto con los pacientes.

Una vez más recalcamos e insistimos que el gran tema en los próximos 10 años será el envejecimiento precoz, y en cómo prevenirlo es garantía de una salud plena.

En nuestra clínica, hemos desarrollado lo que llamamos el Test Vital, con la finalidad de poder ver grados de estrés oxidativo, intoxicación con metales pesados y riesgos cardiometabólicos que permiten tener una aproximación de nuestra edad biológica versus nuestra edad cronológica. De esta manera, se podrán tomar las acciones preventivas para estar en sintonía con lo que pasa fuera de nosotros.

Así como otro Mundo es posible, otra Salud también lo es.