Electrosensibilidad
Debido al contexto actual, donde estamos sometidos al confinamiento y a un mayor uso de luz artificial, pantallas de computador, y exceso de tecnología, hemos querido profundizar más en un tema que ya publicamos hace unos días y que tiene que ver con el llamado Síndrome de Electrosensibilidad. Es una dolencia que si bien se conoce, aún falta mucho por profundizar y difundir sobre las consecuencias que trae para nuestra salud la sobreexposición a campos y ondas electromagnéticas.
Como siempre buscamos tener una mirada preventiva, más que alarmar sobre el uso de la tecnología, sino más bien tomar conciencia sobre cómo contrarrestar los efectos adversos que ésta pudiese tener y continuar utilizando los beneficios que ella también nos aporta al permitir, por ejemplo, dar continuidad a estudios y trabajo en esta situación de confinamiento.
Se ha tratado de establecer diferentes fases de esta afección. Y todo intento de clasificación es una mera ayuda, pero en ningún caso indica menor o mayor gravedad.
Fase 1: Es fundamentalmente neurológica, con síntomas asociados a estimulación del sistema simpático. Cefaleas, acúfenos, cuadros vertiginosos, trastornos de la concentración, trastornos de la memoria reciente, taquicardia, sensación de pecho apretado, trastornos digestivos, náuseas, etcétera.
Fase 2: Es una triada. Insomnio, Fatiga Crónica, Depresión. Se puede acompañar de irritabilidad, violencia verbal y trastornos del ánimo.
Fase 3: Depende del grupo etario. En niños y adolescentes se ve bajo interés en los estudios y los juegos, con alteraciones psíquicas muy frecuentemente mal diagnosticadas como TDAH (Trastornos de Déficit Atencional e Hiperactividad), y que terminan bajo medicación. En los adultos se presenta como un Síndrome Confusional, Desorientación Temporoespacial, e inclusive como Pseudodemencia.
En definitiva, en los jóvenes se ven cuadros psíquicos y en adultos neurodegenerativos.
El problema radica que ante la falta de conocimiento y de toma de conciencia de esta toxicidad invisible, existe una dificultad al diagnóstico. Los síntomas son tan variados como lo vimos que los pacientes empiezan a deambular de especialista en especialista.
Esta falta de diagnóstico empeora el cuadro, ya que cada especialista desde las buenas intenciones trata de generar un tratamiento que tenemos como resultado un paciente poli medicamentado e intoxicado químicamente. Con esto, lo único que logra es empeorar el cuadro.
Como hemos indicado, hay un daño neurodegenerativo evidente con una híper activación del sistema simpático, por eso la Terapia Neural cuyo fundamento es trabajar con el sistema nervioso autónomo toma más vigencia que nunca.
- La Biorresonancia, que justamente trabaja con frecuencias armónicas, nos ayuda a regular frecuencias de diferentes órganos que pueden estar alterados causando patrones patológicos.
- La Homotoxicología, posee dos poderosas herramientas en estos cuadros, nos ayuda a desintoxicar los órganos excretores por esencia como son hígado, riñones, sistema linfático y sistema digestivo. Y por otro lado nos permite estimular la función mitocondrial que es la responsable de la respiración celular y de la generación de energía.
- La medicina ortomolecular mediante el uso de antioxidantes como vitamina C, D y E, el uso de minerales y de aminoácidos adecuados nos permite potenciar los mecanismos antioxidantes del organismo, a la vez de proporcionarle al organismo las materias primas necesarias para poder generar mecanismos de auto sanación.
Como vemos la medicina biológica tiene todo su sentido en este tipo de trastornos, ya que es por esencia una medicina reguladora.